El presidente Petro denunció el hecho como un “irrespeto brutal” y una amenaza a la soberanía de Colombia, afirmando que “pretenden llevarlo preso a Estados Unidos”.

Como protesta formal, ordenó llamar a consultas al embajador colombiano en Washington, Daniel García Peña.

El gobierno estadounidense no ha ofrecido una explicación oficial sobre el incidente, que ha sido interpretado en Bogotá como una provocación y una afrenta directa.