Pescadores y comerciantes han paralizado sus actividades por temor a los ataques de EE.

UU., lo que ha afectado la economía local y la migración hacia Trinidad y Tobago.

Un comerciante anónimo comentó a EFE: “Ya no están saliendo embarcaciones hacia Trinidad, ni siquiera de migrantes.

Hay miedo de que ocurra una explosión y mueran”.

En contraste, en Cumaná, los pescadores aseguran no tener miedo al despliegue naval, pero su faena se ve perjudicada por la escasez de gasolina. Esta dualidad refleja cómo la amenaza externa se percibe de manera distinta en el país, aunque la crisis interna sigue siendo el problema más inmediato para la mayoría de los venezolanos.