La intervención del sumo pontífice introduce una voz de peso moral en la escena internacional, instando a las partes a evitar una escalada violenta. Desde el Vaticano, el Papa cuestionó el despliegue militar estadounidense cerca de las costas venezolanas, señalando que este “aumenta las tensiones” en la región. En declaraciones a periodistas, instó a “buscar el diálogo” como la principal vía para resolver los problemas entre Washington y Caracas.
Con un mensaje claro y directo, advirtió sobre las consecuencias de la confrontación armada: “Con la violencia no venceremos”.
El pontífice insistió en que “lo más importante es buscar el diálogo”, una postura que busca promover soluciones pacíficas en un contexto de retórica beligerante y acciones militares que han dejado decenas de muertos. El llamado del Papa resuena en un momento en que la comunidad internacional se muestra dividida, y ofrece un respaldo moral a las iniciativas diplomáticas que buscan una desescalada del conflicto. Su mensaje se alinea con los de otros líderes y organizaciones que abogan por la contención y la negociación, en contraste con la campaña de “máxima presión” impulsada por la administración estadounidense.













