A pesar de esta afirmación, mantuvo una postura ambigua sobre una posible intervención militar directa, negando que su país se esté preparando para una guerra, aunque advirtió: “nos han tratado muy mal”.
El mandatario estadounidense justificó su postura crítica acusando al gobierno venezolano de ser responsable no solo del narcotráfico, sino también de la migración de criminales hacia Estados Unidos.
“Gente de las cárceles… vaciaron sus prisiones en nuestro país”, afirmó Trump.
Al ser presionado sobre posibles ataques terrestres, evitó dar una respuesta concreta: “No le voy a decir qué voy a hacer con Venezuela”.
Analistas y exfuncionarios, como el exembajador James Story, sugieren que Estados Unidos podría estar planeando “algo” en Venezuela, como atacar pistas clandestinas o a líderes del crimen organizado, para forzar un cambio de régimen. Las declaraciones de Trump, que combinan amenazas veladas con negativas de una guerra abierta, mantienen a la región en un estado de alta incertidumbre y han sido interpretadas como parte de una campaña de “máxima presión” para derrocar a Maduro.













