Según altos funcionarios como la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el ministro de Exteriores Yván Gil, la operación consistiría en un ataque desde aguas limítrofes con Trinidad y Tobago, o desde territorio trinitense o venezolano, para generar un “enfrentamiento militar completo”. El gobierno de Maduro afirmó haber obtenido esta información tras la captura de “un grupo mercenario con información directa” de la agencia de inteligencia estadounidense. Caracas comparó este supuesto plan con incidentes históricos como el del Acorazado Maine y el del Golfo de Tonkín, que sirvieron como pretextos para guerras iniciadas por Estados Unidos. La denuncia se produce en el contexto de la llegada del buque de guerra estadounidense USS Gravely a Trinidad y Tobago para realizar ejercicios militares, lo que Venezuela califica como una “provocación hostil” y una amenaza a la paz regional. Con esta narrativa, el gobierno de Maduro busca desacreditar la justificación de Washington para su despliegue militar en el Caribe, presentándolo no como una operación antinarcóticos, sino como un complot premeditado para fabricar una causa de guerra.