El reconocimiento ha generado reacciones polarizadas.

Mientras líderes internacionales como el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, felicitaron a Machado, altos funcionarios del gobierno venezolano condenaron la decisión. El fiscal general, Tarek William Saab, calificó el premio como “asqueroso”, y diversos análisis y columnas de opinión lo describen como un “arma política” en lugar de un símbolo humanitario.

La propia Machado ha sido puesta bajo un mayor escrutinio, especialmente por una carta de 2018 dirigida a Netanyahu y al entonces presidente argentino Mauricio Macri, que es utilizada por sus detractores para cuestionar sus alianzas. El premio no solo eleva el perfil de Machado a nivel global, sino que también la consolida como la figura central de la oposición, aunque esto también conlleva el riesgo de personalizar una lucha que, según algunos sectores, debería ser colectiva.