La crisis alimentaria en Venezuela se ha agudizado a niveles alarmantes, con informes de organizaciones humanitarias que indican que el 70 % de los hogares no tiene acceso suficiente a alimentos nutritivos. Esta situación obliga a millones de personas a sobrevivir con dietas deficientes, comprometiendo gravemente su salud y calidad de vida. Según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) de la Universidad Católica Andrés Bello y de Cáritas Venezuela, la inseguridad alimentaria es un problema generalizado que no se debe a la falta de productos en los anaqueles, sino a la incapacidad económica de la población para adquirirlos. Un representante de la FAO en el país reconoció que, aunque los supermercados muestran mayor abastecimiento, “el problema mayor es la capacidad financiera” de los ciudadanos. La hiperinflación ha pulverizado los salarios, haciendo que la canasta básica sea inalcanzable para la mayoría. Un ciudadano entrevistado desmintió la narrativa oficial de recuperación económica, afirmando: “Esa es la mayor mentira que te puede decir un venezolano.
(...) una familia de cuatro o cinco personas necesita entre 600 y 700 dólares al mes para comer adecuadamente”.
En este contexto, la labor de organizaciones como el Banco de Alimentos Alimentar Venezuela se ha vuelto crucial, especialmente tras los recortes en el apoyo internacional por parte de agencias de Naciones Unidas, que han dejado a muchas comunidades vulnerables sin respaldo.
En resumenLa inseguridad alimentaria generalizada en Venezuela no es un problema de escasez, sino de acceso, impulsado por un colapso económico que ha destruido el poder adquisitivo de la mayoría. La situación constituye una grave crisis humanitaria que persiste a pesar de una apariencia superficial de anaqueles abastecidos en algunas tiendas.