En respuesta, Venezuela ha elevado sus denuncias ante la ONU y ha movilizado a sus propias fuerzas.

La estrategia estadounidense parece estar evolucionando, ya que el propio Trump declaró un cambio de enfoque de las operaciones marítimas a la vigilancia terrestre.

“Veremos qué pasa con Venezuela.

(…) Golpeamos varios botes... Y ahora vamos a mirar a los carteles. Vamos a mirar muy seriamente a los carteles que vienen por tierra”, afirmó el mandatario.

Esta escalada ha generado un clima de miedo entre las comunidades costeras, particularmente entre los pescadores, quienes temen ser confundidos con narcotraficantes y convertirse en víctimas de un conflicto que no les pertenece.

La confrontación ha reconfigurado el tablero geopolítico regional, llevando la relación bilateral a su punto más bajo y abriendo la puerta a escenarios de confrontación directa de consecuencias impredecibles.