La situación ha sido llevada al plano diplomático por el gobierno venezolano.

El canciller Yván Gil, durante una reunión con aliados latinoamericanos, solicitó apoyo regional para frenar las posibles operaciones estadounidenses, calificando el despliegue de buques de guerra como una amenaza directa. El presidente Donald Trump, por su parte, ha declarado que tras los ataques a las narcolanchas, el tráfico marítimo de drogas desde Venezuela ha sido neutralizado, una afirmación que contrasta con la persistente actividad pesquera de las comunidades locales. Los pescadores se sienten atrapados en medio de un conflicto geopolítico que pone en riesgo no solo su sustento, sino también sus vidas, mientras navegan en aguas que se han convertido en una zona de alta tensión militar.