En un esfuerzo por profundizar la integración y el desarrollo en sus zonas limítrofes, los gobiernos de Colombia y Venezuela firmaron un memorando de entendimiento para crear una segunda zona económica binacional. Esta nueva área abarca los departamentos colombianos de Vichada y Guainía y el estado venezolano de Amazonas, una vasta región amazónica y del Orinoco históricamente marcada por el abandono estatal y las economías ilegales. La firma del acuerdo se realizó en Puerto Carreño (Vichada) y contó con la participación de los gobernadores de las tres entidades territoriales, así como de los embajadores de ambos países, Milton Rengifo por Colombia y Carlos Eduardo Martínez por Venezuela. El memorando establece un marco de cooperación en áreas clave como cultura, educación, salud, comercio y turismo, con un enfoque en la conservación ambiental.
Entre las propuestas concretas se encuentra la apertura de consulados en Puerto Carreño, Puerto Inírida, Puerto Ayacucho y San Fernando de Atabapo para facilitar los trámites y formalizar las relaciones. Esta iniciativa sigue a un acuerdo similar firmado en julio para la región del Catatumbo, que involucra a Norte de Santander (Colombia) y los estados de Táchira y Zulia (Venezuela). A pesar del optimismo oficial, que califica el acto como "histórico", analistas citados en los artículos expresan escepticismo. Advierten que esta frontera es un corredor estratégico para actividades ilícitas como la minería ilegal de oro y el narcotráfico, en las que presuntamente estarían implicadas autoridades venezolanas, lo que pone en duda el compromiso real del gobierno de Maduro con la seguridad y el desarrollo sostenible en la región.
En resumenColombia y Venezuela han formalizado la creación de una nueva zona de cooperación en la región amazónica, buscando fomentar el desarrollo en áreas como el comercio y el turismo. Aunque la iniciativa es vista como un paso positivo en la normalización de las relaciones, persisten dudas sobre su viabilidad debido a la fuerte presencia de economías ilegales y la cuestionada voluntad del gobierno venezolano para controlarlas.