La ofensiva estadounidense se justifica en la lucha contra el narcotráfico, acusando directamente al gobierno de Maduro de liderar el llamado "Cartel de los Soles" y de representar una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. En este marco, Washington ha desplegado un considerable contingente militar compuesto por destructores, un submarino de propulsión nuclear y miles de efectivos. La operación ha incluido acciones letales, como la destrucción de al menos cuatro presuntas "narcolanchas" que partieron de Venezuela, con un saldo de víctimas mortales.
El presidente Trump ha adoptado una retórica beligerante, advirtiendo que hará "saltar por los aires" a los traficantes.
Reportes de medios como NBC News y The New York Times, citando fuentes gubernamentales, revelan que el Pentágono está preparando planes para una nueva fase que podría incluir ataques con drones contra individuos específicos y laboratorios de drogas dentro de Venezuela.
Aunque estas operaciones podrían ejecutarse "en pocas semanas", se informa que Trump aún no ha dado la aprobación final.
Altos asesores como Marco Rubio y Stephen Miller han sido señalados como figuras clave en el impulso de esta estrategia militar, que representa un giro desde las sanciones económicas hacia una confrontación más directa y que ha generado una profunda preocupación en la región por el riesgo de un conflicto armado a gran escala.