Esta postura dual busca equilibrar la solidaridad con su principal aliado regional y la prudencia ante una posible escalada bélica en el Caribe. Por un lado, la Cancillería cubana emitió una declaración en la que advierte sobre una posible “agresión militar contra Venezuela” y llama a la comunidad internacional a actuar para impedirla. En línea con este apoyo diplomático, se ha iniciado en la isla una campaña de recolección de firmas para respaldar a Nicolás Maduro como “presidente legítimo” de Venezuela ante las operaciones militares estadounidenses. Esta iniciativa busca movilizar a la población y proyectar una imagen de unidad y solidaridad con el gobierno chavista. Sin embargo, en una entrevista con el medio Zeteo News, el vicecanciller cubano, Carlos Fernández de Cossío, precisó los límites de este respaldo. El funcionario afirmó de manera explícita que Cuba “no tiene intención de involucrarse en un conflicto bélico con Estados Unidos en defensa de Venezuela”.
Esta declaración sugiere que, si bien La Habana condena enérgicamente la presión de Washington y ofrece todo su capital político y diplomático a Caracas, no está dispuesta a arriesgarse a una confrontación militar directa. La postura cubana refleja una estrategia pragmática, manteniendo su alianza ideológica histórica con Venezuela mientras evita ser arrastrada a un conflicto de consecuencias impredecibles.