El tratado, cuyo contenido específico no ha sido revelado, contempla la cooperación en sectores como energía, defensa, tecnología y economía.

Además, establece la creación de una comisión intergubernamental de alto nivel para supervisar su cumplimiento.

Esta alianza se formalizó en un contexto de máxima tensión militar en el Caribe, coincidiendo con las maniobras "Caribe Soberano 200", donde Venezuela exhibió poderío militar con armamento de fabricación rusa, como los cazabombarderos Sukhoi.

La relación entre Caracas y Moscú se ha estrechado significativamente en los últimos años.

En mayo de 2025, los presidentes Maduro y Putin firmaron un acuerdo estratégico con vigencia hasta 2035, y han rubricado convenios en inteligencia y energía, con la petrolera estatal PDVSA recibiendo financiamiento ruso a cambio de petróleo.

El Ejército venezolano se ha equipado con tanques, lanzacohetes y helicópteros rusos.

A nivel diplomático, Moscú ha sido un respaldo crucial para Maduro en el Consejo de Seguridad de la ONU, vetando resoluciones en su contra. A cambio, Maduro ha evitado condenar la invasión rusa a Ucrania y acusa a Estados Unidos y la OTAN de "actividades desestabilizadoras".

Desde el chavismo, esta cooperación es vista como un paso hacia la construcción de un nuevo orden internacional multipolar.