Aunque el contenido específico del tratado no se ha hecho público, el oficialismo lo ha presentado como un instrumento de “largo plazo” que abarca áreas cruciales como energía, defensa, tecnología y economía. El diputado Roy Daza, quien presentó el proyecto, defendió que el acuerdo “no responde a una coyuntura, sino a una visión a largo plazo que garantiza cooperación y solidaridad”.

La aprobación de este tratado reafirma la estrecha relación bilateral, que se ha fortalecido en los últimos años con convenios en inteligencia y contraespionaje, y con financiamiento ruso a PDVSA a cambio de petróleo. A nivel militar, el ejército venezolano se ha equipado con material ruso, incluyendo tanques, lanzacohetes y cazabombarderos.

Diplomáticamente, Moscú ha sido un aliado fundamental para Maduro, vetando resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU y respaldando su gobierno.

Esta alianza se hizo visible durante los ejercicios militares “Caribe Soberano 200”, donde se exhibió poderío militar con armamento ruso.

La medida es una clara señal a Estados Unidos de que Venezuela no está aislada y cuenta con el respaldo de una potencia mundial, buscando así crear un contrapeso en el tablero geopolítico regional.