La misiva rechaza categóricamente las acusaciones de narcotráfico y propone abrir canales de comunicación directa para buscar una solución pacífica al conflicto. La carta fue entregada a un “intermediario suramericano” el 6 de septiembre, poco después del primer ataque estadounidense a una lancha venezolana. En ella, Maduro califica las acusaciones de ser “absolutamente falsos” y “el peor de los fake news que se ha lanzado contra nuestro país para justificar una escalada a un conflicto armado”. El mandatario venezolano defiende la labor de su gobierno en la lucha antidrogas, afirmando que solo un 5% de la droga producida en Colombia intenta transitar por Venezuela y que su país intercepta más del 70% de ese porcentaje.
Para respaldar sus afirmaciones, adjuntó mapas y datos de organismos internacionales.
La parte central de la comunicación es una invitación explícita al diálogo. Maduro le pide a Trump “preservar la paz con diálogo y entendimiento en todo el hemisferio” y reitera su disposición para una “conversación directa y franca” con el enviado especial de EE. UU., Richard Grenell, con el fin de “superar los ruidos mediáticos y los fake news”.
Esta iniciativa diplomática contrasta con la dura retórica y las acciones militares que han caracterizado la relación bilateral. Mientras Maduro busca un acercamiento, la administración Trump ha mantenido una postura de máxima presión, evitando confirmar la recepción de la carta y respondiendo con un escueto “ya veremos qué pasa con Venezuela”.