Un contundente informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos de la ONU detalla una política sistemática de represión estatal en Venezuela entre julio de 2024 y agosto de 2025. El documento, que será presentado ante el Consejo de Derechos Humanos, denuncia crímenes de lesa humanidad de persecución por razones políticas y atribuye responsabilidad directa al gobierno y sus fuerzas de seguridad. La investigación documenta un patrón de graves violaciones que incluye asesinatos en protestas, muertes bajo custodia, más de 2.200 detenciones arbitrarias, tortura, desapariciones forzadas y violencia sexual. Según el informe, “la represión desatada a partir del 29 de julio de 2024 es una continuación exacerbada del plan de aniquilamiento de personas opositoras o percibidas como tales”.
Las víctimas son opositores, activistas, periodistas, defensores de derechos humanos e incluso sus familiares, incluyendo 220 niños, niñas y adolescentes. El informe describe métodos de tortura recurrentes como golpes, asfixia, descargas eléctricas y privación de alimentos, y califica las condiciones en centros de reclusión como Tocorón y Tocuyito de inhumanas.
Además, se documentaron 30 casos de desaparición forzada y violencia sexual contra mujeres y personas LGBT.
La Misión concluye que en Venezuela prevalece una “impunidad estructural”, ya que el Estado no ha investigado ni sancionado a los responsables, manteniendo un clima de miedo que impide el acceso a la justicia. Estas conclusiones se suman a denuncias previas sobre la crisis humanitaria, como la mencionada en otro artículo sobre una migración forzada de más de 9 millones de personas en 10 años, pintando un panorama desolador de la situación de los derechos fundamentales en el país.
En resumenEl informe de la Misión de la ONU corrobora la existencia de una política sistemática de represión en Venezuela, con violaciones a los derechos humanos que constituyen crímenes de lesa humanidad. La investigación destaca la persistencia de detenciones arbitrarias, tortura y una impunidad estructural que perpetúa el sufrimiento de las víctimas y la persecución de la disidencia.