La operación militar de Estados Unidos en el Caribe se enmarca oficialmente en la lucha contra el narcotráfico, una justificación que es fuertemente disputada por Venezuela y cuestionada por actores regionales. Caracas insiste en que la narrativa antinarcóticos es una fachada para ocultar las verdaderas intenciones de Washington: un cambio de régimen. El gobierno de Donald Trump ha sido explícito al vincular su despliegue naval con la necesidad de combatir a los "narcoterroristas" y al "Cartel de los Soles", que según ellos opera desde Venezuela. Los ataques letales a embarcaciones fueron justificados bajo el argumento de que transportaban drogas.
Sin embargo, esta versión ha sido puesta en duda.
La canciller de Colombia, Rosa Villavicencio, declaró que la presencia militar estadounidense "nada tiene que ver con la lucha contra el narcotráfico". Por su parte, el gobierno venezolano niega sistemáticamente las acusaciones, afirmando que el país está libre de cultivos ilícitos y destacando sus propias cifras de incautación de drogas, que según reportes oficiales superan las 53 toneladas en 2025, en su mayoría cocaína procedente de Colombia. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, ha acusado a EE.
UU. de triplicar los vuelos de aviones espía cerca de sus costas, lo que considera una provocación y no una genuina operación antinarcóticos. Cuba también ha emitido una advertencia, asegurando que Washington busca robar el petróleo venezolano bajo el pretexto de combatir el tráfico de drogas.
En resumenLa justificación de la lucha antinarcóticos es el eje de la disputa narrativa entre Estados Unidos y Venezuela. Mientras Washington la presenta como una causa legítima de seguridad, Caracas y algunos de sus aliados la denuncian como un pretexto para una intervención militar con fines geopolíticos y económicos.