La ofensiva diplomática y militar de Estados Unidos contra Venezuela se sustenta en graves acusaciones contra Nicolás Maduro, a quien Washington señala de liderar el "Cartel de los Soles". Como parte de esta estrategia, el gobierno estadounidense ofrece una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura. Esta narrativa, que equipara al gobierno venezolano con una organización criminal transnacional, es la piedra angular que justifica el despliegue naval en el Caribe y la política de máxima presión de la administración Trump. Estados Unidos acusó formalmente a Maduro de "narcoterrorismo" en 2020, y desde entonces ha utilizado este argumento para legitimar sus acciones, presentándolas como una lucha contra el crimen organizado y no como una intervención política.
Nicolás Maduro y su gobierno han negado sistemáticamente cualquier vínculo con el narcotráfico.
La validez de la existencia del "Cartel de los Soles" es incluso puesta en duda por otros actores regionales; los artículos mencionan que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha asegurado que dicha organización "no existe". Otros análisis califican la acusación como una "narrativa falsa" y una excusa funcional para justificar acciones de presión, bloqueo y la amenaza de una intervención militar. Al tratar al gobierno venezolano como una organización terrorista, Estados Unidos se ampara en una directiva de seguridad nacional que le permite aplicar un cerco militar y otras medidas coercitivas.
En resumenLas acusaciones de narcoterrorismo y la millonaria recompensa por Nicolás Maduro son los pilares de la política de máxima presión de Estados Unidos. Esta narrativa permite a Washington enmarcar sus acciones militares como una operación de seguridad y no como una intervención política, aunque esta justificación es cuestionada por el gobierno venezolano y otros actores regionales que la consideran un pretexto para un cambio de régimen.