Maduro justificó la decisión afirmando: "Vamos a aplicar la fórmula de otros años que nos ha ido muy bien para la economía, para la cultura, para la alegría, para la felicidad".

El decreto busca generar un ambiente festivo que estimule el comercio y promueva actividades culturales en un intento por proyectar una imagen de normalidad y resiliencia. El anuncio se produce en el contexto del despliegue militar estadounidense en el Caribe, lo que sugiere un fuerte componente propagandístico. El mandatario enmarcó la medida como una defensa del "derecho a la felicidad" del pueblo venezolano frente a las presiones externas, declarando que "nadie en el mundo nos va a quitar el derecho a la felicidad, a la vida y a la alegría". Para los críticos, esta estrategia es una cortina de humo que busca desviar la atención pública de la grave crisis interna y las tensiones internacionales, utilizando una de las festividades más importantes del país como una herramienta de control político.