Su gobierno aboga por una solución dialogada y liderada por los países suramericanos.

Durante un encuentro en Manaos, Brasil, Petro fue enfático al declarar: "Colombia no prestará su territorio para ninguna invasión de un país vecino, ni ninguno de sus hombres". Esta afirmación establece un límite claro a la participación colombiana en la escalada de tensiones entre Washington y Caracas.

Aunque el mandatario mantiene una posición crítica frente al gobierno de Maduro, afirmando "yo no he reconocido el gobierno venezolano, por las elecciones", considera que la solución a los problemas políticos internos de Venezuela no puede ser militar. Petro cuestionó la lógica de la confrontación armada al preguntar: "¿cómo vamos a permitir una invasión a Venezuela?

(...) nos van a decir que se resuelve con misiles, como en Palestina".

En su lugar, propuso la reactivación de un esfuerzo diplomático regional para "plantear el diálogo político en Venezuela". Su llamado a la unidad suramericana frente a amenazas externas busca defender la soberanía y la dignidad de la región, instando a resolver las disputas a través de la palabra y no de la fuerza. Esta postura posiciona a Colombia como un actor que busca la desescalada del conflicto, priorizando la estabilidad regional sobre las alineaciones ideológicas.