Irfaan Ali ha sabido capitalizar los enormes ingresos del petróleo para impulsar el desarrollo social, lo que ha contribuido a su victoria electoral.

Sin embargo, su gobierno también enfrenta críticas por su cercanía con la gigante petrolera ExxonMobil.

El punto más álgido de su política exterior sigue siendo la firme defensa de la soberanía guyanesa sobre el Esequibo, un vasto territorio rico en recursos naturales que Venezuela reclama como propio. La disputa histórica se ha intensificado con el descubrimiento de masivas reservas de petróleo en aguas reclamadas por ambos países. En este escenario, el apoyo de Washington es crucial para Guyana. Tras la juramentación de Ali, Estados Unidos no solo felicitó al mandatario, sino que reafirmó su respaldo en la defensa de su soberanía sobre el territorio en disputa. Esta alianza se vuelve aún más significativa con el despliegue militar estadounidense en el Caribe, que, aunque oficialmente dirigido contra el narcotráfico en Venezuela, también envía un mensaje de apoyo a sus aliados en la región, como Guyana. Para Venezuela, la consolidación del gobierno de Ali y su fortalecida relación con Estados Unidos representa un desafío adicional en su flanco oriental, sumándose a la presión que ya enfrenta en su costa caribeña.