Esta narrativa presenta al gobierno venezolano no como un actor político, sino como un "narcoestado" que representa una amenaza para la seguridad regional y estadounidense.
El nombre del cartel proviene de las insignias doradas de los generales de la Guardia Nacional Bolivariana. Según informes judiciales y de inteligencia citados en los artículos, esta red estaría integrada por altos mandos militares y funcionarios civiles que controlan rutas de narcotráfico aéreo, marítimo y terrestre, moviendo hasta el 24% de la producción mundial de cocaína a través de Venezuela. Se le vincula también con delitos como contrabando de oro, lavado de activos y alianzas con grupos como el ELN, disidencias de las FARC y el Tren de Aragua. Basándose en estas acusaciones, Washington ha designado al cartel como organización terrorista, ha sancionado a más de 80 funcionarios y ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares por Maduro. Esta narrativa ha encontrado eco en la región, como lo demuestra la decisión del Congreso de Perú de declarar al 'Cartel de los Soles' como organización terrorista.
Sin embargo, el gobierno de Caracas niega rotundamente su existencia.
Diosdado Cabello ha calificado las acusaciones de “inventos del imperio”, mientras que otros análisis sugieren que, aunque el narcotráfico ha permeado el Estado, la estructura no corresponde a un cartel tradicional, sino a una red descentralizada que Washington utiliza como pretexto geopolítico para cercar a Venezuela mientras ignora otros focos de narcotráfico como Ecuador.