Este apoyo se produce en un contexto de creciente hostilidad, que incluye un incidente fronterizo en el que Georgetown denunció disparos desde territorio venezolano contra una embarcación guyanesa. El presidente de Guyana, Irfaan Ali, quien recientemente juró para un segundo mandato, expresó que su gobierno apoyará “todo lo que elimine cualquier amenaza” a la soberanía y seguridad de su país. Ali, quien ha capitalizado la bonanza petrolera para su reelección, ve la cooperación con Estados Unidos como una forma de frenar delitos como el narcotráfico y, al mismo tiempo, como una garantía de seguridad frente a las reclamaciones de Caracas. La situación se agravó tras la denuncia de Guyana sobre un ataque con disparos desde la costa venezolana contra una lancha que transportaba material electoral en el río Cuyuní, en la zona en disputa. El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, rechazó la acusación, calificándola de falsedad para crear un “frente de guerra”. Para Guyana, el cerco naval estadounidense multiplica la tensión del litigio por el Esequibo, elevando el riesgo de un arrastre regional. El apoyo explícito de Estados Unidos al mandato de Ali y su reafirmación en la defensa de la soberanía guyanesa sobre el territorio en disputa añade un nuevo y peligroso componente a un conflicto ya de por sí complejo.