Sin embargo, su nivel de compromiso frente a una posible escalada militar estadounidense es una de las grandes incógnitas de la crisis.

Ambas potencias son consideradas socios estratégicos del gobierno de Nicolás Maduro.

Rusia es un aliado militar y político de larga data. En octubre de 2024, el presidente Vladimir Putin declaró: “Venezuela es uno de nuestros viejos y fiables socios en Latinoamérica y el mundo”. El comercio bilateral y la cooperación en áreas como energía y defensa se han fortalecido.

China, por su parte, es un socio económico fundamental, con reportes que indican inversiones de hasta 1.000 millones de dólares para asegurar el 90% del petróleo venezolano por 20 años. A pesar de estos lazos, sus reacciones ante el reciente despliegue masivo de la armada estadounidense han sido cautelosas.

Un análisis señala que China ha optado por una “postura muy diplomática y poco firme”, sembrando dudas sobre su posición ante una eventual incursión militar.

Por otro lado, se reporta que Rusia tardó tres días en pronunciarse públicamente tras conocerse la movilización naval.

Esta aparente falta de una respuesta contundente plantea la pregunta de si estas potencias, a pesar de sus intereses y alianzas, dejarían a Venezuela sola en caso de una confrontación directa con Estados Unidos.