UU. y denunciando una agresión armada desde territorio venezolano.
Estos eventos han elevado la tensión en una de las fronteras más sensibles de Suramérica. El presidente de Guyana, Irfaan Ali, expresó públicamente su apoyo a la presencia militar estadounidense en el Caribe, afirmando que su gobierno apoyará “todo lo que elimine cualquier amenaza” a la soberanía y seguridad del país, en el marco de la lucha contra delitos como el narcotráfico.
Este respaldo a Washington se produjo en un momento de máxima tensión con Caracas. El gobierno guyanés denunció un incidente ocurrido el domingo 31 de agosto, en el que una embarcación que transportaba material electoral en el río Cuyuní, dentro de la zona del Esequibo, fue atacada con disparos provenientes de la costa venezolana. Según el comunicado oficial de Guyana, una patrulla militar que escoltaba el bote respondió al fuego y logró poner a salvo al personal, sin que se reportaran heridos o daños al material. El gobierno de Nicolás Maduro, a través de su ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, rechazó la acusación, calificándola de falsedad y acusando a Guyana de intentar crear un “frente de guerra” y un clima bélico en la región.