UU.
Estos incidentes marcan un peligroso aumento de las hostilidades, pasando de la amenaza a la acción militar concreta. A principios de septiembre, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos dispararon contra una embarcación en aguas internacionales que, según Washington, procedía de Venezuela y transportaba drogas. El presidente Donald Trump confirmó el ataque, afirmando que dejó un saldo de once “narcoterroristas del Tren de Aragua” muertos. El gobierno venezolano reaccionó enérgicamente, calificando el hecho como “once ejecuciones extrajudiciales” y denunciándolo como una “farsa” y un “montaje”.
La vicepresidenta Delcy Rodríguez declaró que Estados Unidos pretendía montar “una de las peores farsas y patrañas” contra su país.
Algunos artículos mencionan que Venezuela alegó que el video del ataque fue creado con inteligencia artificial. Días después del ataque, el Pentágono denunció que dos aeronaves militares venezolanas, identificadas como F-16, realizaron un sobrevuelo armado cerca del destructor de misiles guiados USS Jason Dunham.
Estados Unidos describió la maniobra como una “acción altamente provocadora” con el objetivo de “interferir” en sus operaciones. Por su parte, fuentes del gobierno de Caracas defendieron la acción como parte de una operación de defensa de la soberanía nacional.