En respuesta al despliegue militar estadounidense, el Gobierno de Nicolás Maduro ha activado una serie de medidas defensivas y ha elevado su retórica, advirtiendo sobre una posible “lucha armada” si el país es agredido. Esta postura busca consolidar el apoyo interno y proyectar una imagen de resistencia frente a lo que califica como una agresión imperialista. El presidente Maduro ha declarado que el país se encuentra en “máxima preparación para la defensa de Venezuela” y afirmó que si el país “fuera agredido, pasaría inmediatamente al periodo de lucha armada” declarando constitucionalmente la “República en armas”. Como parte de esta estrategia, el gobierno ha convocado a jornadas de alistamiento y entrenamiento para la Milicia Bolivariana, un cuerpo de civiles voluntarios. Según cifras oficiales, 8,2 millones de personas ya están alistadas para defender la nación.
La vicepresidenta Delcy Rodríguez advirtió a quienes apuestan por una intervención: “Quienes están pensando en el Norte, quienes están pensando en una agresión militar a Venezuela, sepan que les va a ir muy mal”.
Sin embargo, la campaña de alistamiento ha sido cuestionada. La ONG Laboratorio de Paz denunció que la iniciativa “Yo me alisto” ha derivado en prácticas de reclutamiento forzoso, coaccionando a empleados públicos y estudiantes para grabar videos de propaganda militar, lo que violaría la Constitución y tratados internacionales. A nivel diplomático, el gobierno venezolano ha denunciado las acciones de Washington ante las Naciones Unidas, calificándolas de “provocación intervencionista” y una violación del Tratado de Tlatelolco, que prohíbe las armas nucleares en la región.
En resumenEl gobierno venezolano ha reaccionado con una doble estrategia de preparación militar interna y denuncia diplomática, utilizando la amenaza externa para movilizar a su base, aunque enfrenta acusaciones de coerción en sus esfuerzos de reclutamiento civil.