Este respaldo internacional es un factor crucial que diferencia la situación venezolana de intervenciones estadounidenses pasadas y configura un escenario geopolítico más complejo. Los análisis presentados en los artículos destacan que Venezuela no es un actor aislado.

Se menciona explícitamente que el país “se nutre de la experiencia de Cuba, del músculo militar de Rusia, del respaldo financiero y tecnológico de China e Irán”. Esta cooperación multifacética proporciona al gobierno de Maduro un contrapeso significativo frente a las sanciones económicas y la amenaza militar de Washington. La comparación con la invasión a Panamá en 1989 resulta ilustrativa: mientras que Panamá era un país militarmente débil y sin aliados poderosos, Venezuela cuenta con un respaldo que eleva considerablemente los costos y riesgos de una intervención directa. Estas alianzas no solo se manifiestan en el ámbito militar o económico, sino también en el diplomático, como se observa en el respaldo de países del ALBA y las posturas de Rusia y China, que consistentemente se oponen a la injerencia en los asuntos internos de Venezuela. Esta red de apoyo permite a Caracas resistir el aislamiento y sostener su narrativa de una lucha antiimperialista, enmarcando el conflicto no como un asunto regional, sino como parte de una disputa global por un nuevo orden multipolar.