Concebida por Hugo Chávez en 2005 y elevada a quinto componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), la milicia agrupa a reservistas y voluntarios civiles.
Tras el despliegue naval de EE. UU., el gobierno lanzó una “Gran Jornada de Alistamiento” con el objetivo declarado de llegar a 4.5 millones de milicianos para defender la soberanía.
El presidente Maduro llamó a tener “milicias preparadas, activadas y armadas”.
Sin embargo, la efectividad de esta fuerza es objeto de debate. Analistas señalan que la mayoría de sus miembros carece de entrenamiento adecuado, utiliza armamento obsoleto o fusiles de práctica, y en los actos públicos se observan voluntarios de edad avanzada. Se estima que el personal regular y profesional de la FANB oscila entre 110.000 y 150.000 efectivos, una cifra muy inferior a los supuestos millones de milicianos. Por ello, más que una fuerza de combate efectiva contra un ejército moderno, la milicia funciona como un mecanismo de movilización política, control social y propaganda, buscando proyectar una imagen de resistencia popular y cohesión interna para disuadir cualquier agresión externa.