A este grupo se sumó de manera explícita Trinidad y Tobago, cuya primera ministra, Kamla Persad, ofreció acceso a su territorio a las fuerzas estadounidenses en caso de un ataque desde Venezuela, argumentando que su país es víctima del narcotráfico.

En el otro extremo, Venezuela ha consolidado sus alianzas con potencias globales.

El ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, manifestó el respaldo de Moscú a Caracas en su defensa de la soberanía. De igual forma, el Ministerio de Exteriores de China expresó su oposición al despliegue militar estadounidense, considerándolo una amenaza a la estabilidad. En la región, gobiernos como los de México, Cuba y Bolivia también se han manifestado en contra de cualquier operativo militar que viole la soberanía de los países. Esta división transforma la situación venezolana en un escenario de disputa geopolítica más amplia, donde se miden las influencias de las grandes potencias.