Esta narrativa, que cataloga al Estado venezolano como una organización narcoterrorista, es el eje central del conflicto y ha generado una profunda división regional. Estados Unidos ha designado formalmente al Cartel de los Soles como una organización terrorista, lo que le permite aplicar un amplio espectro de medidas, desde sanciones financieras hasta el posible uso de la fuerza militar. En este marco, el gobierno de Trump elevó la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro a 50 millones de dólares. Según Washington, esta estructura criminal, conformada por altos mandos militares venezolanos, controla rutas de narcotráfico y tiene alianzas con grupos como el Tren de Aragua y el Cartel de Sinaloa. La ofensiva se habría intensificado tras recibir información de Ovidio Guzmán, hijo de "El Chapo", a cambio de beneficios judiciales. Esta versión es rechazada de plano por el gobierno venezolano, que la califica como una "cortina de humo" para justificar una intervención. Sorpresivamente, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se sumó a esta postura al afirmar que el Cartel de los Soles "no existe" y que es una "excusa ficticia de la extrema derecha para derribar gobiernos que no les obedecen".

En contraste, países como Argentina, Ecuador y Paraguay se han alineado con Estados Unidos y han declarado oficialmente al cartel como una organización terrorista.