La crisis económica como trasfondo de la confrontación geopolítica
La actual confrontación geopolítica se desarrolla sobre el trasfondo de una devastadora crisis económica y humanitaria en Venezuela, descrita por analistas y opositores como una "economía criminal". Con más del 80% de la población en la pobreza y el colapso de la industria petrolera, el país enfrenta un cerco que va más allá de lo militar y se adentra en lo estructural. Los artículos describen un panorama desolador: el salario mínimo equivale a menos de un dólar mensual y la canasta básica supera los 500 dólares. El colapso de la petrolera estatal PDVSA ha reducido drásticamente los ingresos del país, mientras que las sanciones financieras internacionales han limitado el acceso a mercados. El dirigente opositor Leopoldo López afirmó que “hoy Venezuela ya dejó de ser un país petrolero, es una economía criminal”, dependiente de actividades ilícitas como la extracción ilegal de oro, el contrabando y el narcotráfico, en las que, según él, participa directamente “la estructura militar”. Esta situación de emergencia humanitaria, con ONG y comedores populares perseguidos por el régimen, es el contexto en el que se enmarca la presión externa. La ofensiva estadounidense, según analistas, busca debilitar las fuentes de financiamiento del gobierno, tanto en el comercio de crudo como en las economías ilegales, dejando a la población como la principal víctima de un pulso geopolítico de alcance mundial.



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El Gobierno de España, en calidad de mediador en las conversaciones de paz iniciadas en Doha entre Colombia y el Clan del Golfo -la mayor banda criminal de la nación suramericana-, aseguró este sábado que la confianza en el proceso por las partes y el pueblo colombiano es el "elemento primordial" para su éxito.

Las aerolíneas venezolanas están apostando por la apertura de nuevas rutas hacia destinos como Bogotá y a elevar la frecuencia de viajes a ciudades fronterizas, tras la cancelación de vuelos internacionales desde y hacia el país provocada por el aviso estadounidense de precaución al sobrevolar el territorio nacional, lo que coincide con las tensiones derivadas del despliegue aeronaval de EE.UU. en el Caribe.

Un año después de la ofensiva que forzó la huida de Bashar al-Assad a Moscú, Siria conmemora el fin de casi 14 años de guerra civil. Mientras algunos celebran la “liberación” y el reconocimiento internacional del presidente Al-Sharaa, la minoría alauita denuncia mayor opresión y llama a huelga. Este año Siria adoptó una declaración constitucional, celebró elecciones y reabrió su comercio petrolero, aunque la seguridad y la confianza siguen ausentes.

El líder de Hamás en Gaza afirma estar dispuesto a entregar sus armas a una futura Autoridad Palestina en Gaza si la ocupación israelí termina. Khalil al-Hayya dice que acepta una fuerza de la ONU para supervisar un alto el fuego, pero rechaza cualquier misión para desarmar al grupo.






