El dirigente opositor Leopoldo López ha afirmado que Venezuela ya no es un país petrolero, sino una “economía criminal” donde el Estado mismo participa en actividades ilícitas. En contraste, el gobierno venezolano ha negado sistemáticamente estas acusaciones, calificándolas como una “cortina de humo” y un pretexto para una intervención. El presidente colombiano, Gustavo Petro, también ha puesto en duda la existencia del cartel, calificándolo de “excusa ficticia de la extrema derecha”. Esta narrativa es fundamental para la estrategia de Washington, ya que justifica las sanciones, las recompensas y el despliegue militar en el Caribe.