Este movimiento ocurre simultáneamente al patrullaje de buques y drones en aguas territoriales del Caribe como respuesta a la presencia naval estadounidense. Aunque el enfoque oficial es la seguridad fronteriza, el momento y la escala del despliegue sugieren también una demostración de capacidad militar y control territorial en un momento de máxima presión internacional, buscando proyectar una imagen de fortaleza tanto hacia el exterior como hacia el interior del país.
