El gobierno de Nicolás Maduro ha reaccionado al despliegue naval estadounidense con un llamado a la defensa nacional, ordenando la movilización y el alistamiento de nuevos miembros en la Milicia Nacional Bolivariana. La convocatoria busca exhibir una capacidad de resistencia popular y militar, con cifras oficiales que afirman contar con 4,5 millones de efectivos listos para defender el país. La respuesta de Caracas se ha materializado en jornadas de registro en plazas, edificios públicos y cuarteles, donde han acudido empleados públicos, jubilados, amas de casa y reservistas. Esta movilización se enmarca en un discurso de soberanía y resistencia frente a lo que Maduro califica como “amenazas insólitas, extravagantes y estrafalarias” de Estados Unidos. El mandatario ha reiterado en varias alocuciones que “ningún imperio va a venir a tocar suelo sagrado de Venezuela” y que el país está “listo para defenderse”.
Como parte de esta estrategia, también se anunció la incorporación de la Milicia a los “Cuadrantes de Paz” para reforzar la seguridad interna. Sin embargo, la efectividad y la magnitud real de esta fuerza son puestas en duda.
La oposición ha calificado el reclutamiento como “un completo fracaso” y una maniobra propagandística.
Cifras de análisis externos, como las del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos citadas en uno de los artículos, estimaban en 2020 un número de miembros activos muy inferior a los millones proclamados por el oficialismo, lo que alimenta el escepticismo sobre la capacidad operativa de este cuerpo civil armado.
En resumenLa movilización de la Milicia Bolivariana por parte del gobierno de Maduro es una estrategia de doble propósito: proyectar una imagen de fortaleza y unidad nacional frente a la presión estadounidense y, a la vez, reforzar el control social interno. No obstante, la capacidad militar real de esta fuerza y el éxito de la convocatoria son ampliamente cuestionados por la oposición y analistas internacionales.