Mientras algunos países han respaldado la acción estadounidense, otros, incluyendo potencias globales, han expresado su rechazo y han hecho un llamado a la paz. China manifestó su oposición al “uso o la amenaza del uso de la fuerza en las relaciones internacionales” e instó a Estados Unidos a contribuir a la paz en América Latina. De manera similar, Brasil, a través del asesor presidencial Celso Amorim, expresó su “preocupación” por la movilización militar.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, fue más contundente, calificando la operación como “una agresión contra Latinoamérica y el Caribe”.
En contraste, Trinidad y Tobago respaldó abiertamente la decisión estadounidense, citando la crisis de violencia generada por los carteles de la droga en su territorio. La primera ministra Kamla Persad-Bissessar declaró que los pequeños estados insulares no tienen los recursos para enfrentar a los carteles y advirtió que si Venezuela ataca a Guyana, su país proporcionará acceso territorial a las fuerzas estadounidenses.
Francia también se alineó con la estrategia de Washington al anunciar un refuerzo de su presencia militar en Guadalupe para combatir el narcotráfico y asegurar el control marítimo. Por su parte, los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), como Cuba, condenaron el despliegue como una maniobra imperialista, exigiendo que se respete la región como una “zona de paz”.