Gobiernos como los de Brasil, México y Colombia, junto con China, han expresado su rechazo al intervencionismo y han llamado a una solución pacífica.

La respuesta más contundente provino del presidente colombiano, Gustavo Petro, quien calificó la operación como “una agresión contra Latinoamérica y el Caribe” y advirtió sobre el riesgo de que Venezuela se convierta en “otra Siria”. Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reafirmó la postura histórica de su país en contra de la intervención militar, declarando: “No al intervencionismo. Eso no solamente es convicción, sino que está en la Constitución”. Desde Brasil, el asesor de asuntos internacionales de la presidencia, Celso Amorim, manifestó su “preocupación” por la movilización naval, aunque aclaró que su gobierno no reconoce a Maduro como presidente legítimo. Cuba, a través de la institución cultural Casa de las Américas, denunció el “descarado injerencismo” y el regreso de la “diplomacia de las cañoneras”. A nivel global, China expresó su rechazo al uso de la fuerza y advirtió contra la injerencia externa en los asuntos internos de Venezuela. En este contexto, Nicolás Maduro convocó una cumbre extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) e invitó a Petro a sumarse a un encuentro de cancilleres para coordinar una respuesta diplomática regional, buscando construir un frente común contra la presión estadounidense.