La vocera del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, afirmó: “Nos oponemos a que potencias interfieran bajo cualquier pretexto”. De manera similar, los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), incluyendo Cuba, han respaldado a Venezuela. El gobierno cubano calificó la acción militar como parte de una “agenda corrupta” de Estados Unidos.

En la región, las posiciones son más complejas.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, adoptó una postura crítica, calificando la operación como “una agresión contra Latinoamérica y el Caribe” y advirtiendo que una invasión convertiría a Venezuela en “otra Siria”. Sin embargo, su ministro de Defensa, Pedro Sánchez, mantuvo una posición más institucional, reconociendo la cooperación internacional pero subrayando la defensa de la soberanía. En Brasil, el asesor de Asuntos Internacionales, Celso Amorim, manifestó su “preocupación” por la movilización militar, aunque precisó que su país no reconoce a Maduro como presidente legítimo. Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, rechazó cualquier intervencionismo.

Nicolás Maduro convocó a una cumbre extraordinaria de la ALBA y extendió una invitación a Petro para coordinar una respuesta diplomática regional.