La administración estadounidense ha endurecido su narrativa contra el gobierno venezolano, calificándolo repetidamente como un “Estado narcoterrorista” y un “cartel del narcotráfico”. Estas acusaciones, lideradas por agencias como la DEA, son la principal justificación para el despliegue militar en el Caribe y la intensificación de las sanciones y presiones judiciales. El director de la Administración de Control de Drogas (DEA), Terry Cole, declaró que “Venezuela se ha convertido en un Estado narcoterrorista” y acusó al presidente Nicolás Maduro de cooperar con grupos armados colombianos como las disidencias de las FARC y el ELN para traficar cocaína hacia Estados Unidos. Estas afirmaciones fueron respaldadas por la Casa Blanca, cuya vocera, Karoline Leavitt, señaló que el régimen de Maduro “no es el gobierno legítimo de Venezuela.
Es un cartel del narcotráfico”. El epicentro de estas acusaciones es el denominado “Cartel de los Soles”, una presunta red criminal compuesta por altos mandos militares y funcionarios del gobierno venezolano.
En julio de 2025, Estados Unidos designó a esta organización como un grupo terrorista internacional, señalando a Maduro y a Diosdado Cabello como sus líderes. En respuesta, la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, acusó a la DEA de ser el “mayor cartel de drogas que existe en el mundo”, mientras que otros funcionarios han calificado las acusaciones como “infundadas” y parte de una campaña para justificar una agresión. Analistas señalan que esta narrativa de “narcoterrorismo” le permite a Washington aplicar medidas de excepción y considerar acciones militares que de otro modo violarían el derecho internacional.
En resumenLa calificación de Venezuela como un 'Estado narcoterrorista' y de su cúpula como líderes del 'Cartel de los Soles' se ha consolidado como la piedra angular de la política de Estados Unidos hacia el país. Esta narrativa justifica la escalada militar, judicial y económica, aunque Caracas la rechaza como un pretexto para una intervención imperialista.