Por un lado, una inusual y letal oleada de bombardeos rusos sobre el oeste de Ucrania, cerca de las fronteras de la Alianza, motivó el envío de cazas adicionales como medida disuasoria y de vigilancia. Por otro lado, se registró un incidente en el que cazas rumanos y alemanes tuvieron que despegar de emergencia para interceptar un dron ruso que había violado el espacio aéreo de Rumania. Estos eventos demuestran el riesgo tangible de que errores de cálculo o acciones deliberadas puedan provocar una confrontación directa entre Rusia y la OTAN. La respuesta de la Alianza subraya su compromiso con el artículo 5 y la defensa colectiva de sus miembros. El refuerzo de la vigilancia aérea y la capacidad de interceptación buscan enviar un mensaje claro a Moscú de que cualquier agresión contra el territorio de la OTAN tendrá una respuesta firme. La situación ha convertido la frontera oriental de Europa en una zona de alta tensión, donde las fuerzas de la Alianza operan en un estado de alerta constante para prevenir una escalada mayor.