Las primeras unidades podrían llegar en unos tres años.

Aún persisten desafíos importantes, como el entrenamiento de los pilotos y técnicos ucranianos y la capacidad de la industria francesa para cumplir con un pedido de tal magnitud. En cuanto a la financiación, se ha planteado la posibilidad de utilizar programas de la Unión Europea e incluso activos rusos congelados, aunque esta última opción no cuenta con el consenso de todos los miembros de la UE. La firma de esta carta de intención se produce en un momento crítico, en el que Ucrania enfrenta una intensificación de los ataques aéreos rusos.