Analistas y reportes geopolíticos indican que la guerra en Ucrania amenaza con convertirse en un conflicto prolongado, o una "guerra eterna". Esta perspectiva está forzando a los líderes europeos a prepararse para un escenario de alta tensión a largo plazo, aumentando la inversión en defensa y reduciendo la dependencia del liderazgo estadounidense. Los informes describen un frente de batalla donde las fuerzas rusas avanzan “con lentitud pero con constancia”, consolidando sus posiciones en la región del Donbás. Esta guerra de desgaste, sin un final claro a la vista, ha generado un cambio fundamental en la percepción de seguridad en Europa. La tensión persistente entre Rusia y la OTAN, agravada por la situación en Ucrania, ha llevado a los líderes europeos a prepararse para un conflicto de larga duración. Este nuevo paradigma estratégico está impulsando la idea de una “OTAN más europea”, lo que implica una mayor inversión en capacidades de defensa propias y una menor dependencia del paraguas de seguridad de Estados Unidos.
La conclusión es que la amenaza rusa ya no se considera un problema temporal, sino un desafío estructural y permanente para la seguridad del continente.
Este escenario de alta tensión tiene, además, importantes consecuencias económicas para Europa, que debe equilibrar el gasto en defensa con otras prioridades nacionales mientras gestiona los efectos de la guerra.
En resumenLa creciente percepción de que la guerra en Ucrania se está convirtiendo en un conflicto a largo plazo ha provocado una recalibración estratégica en Europa. El continente se está preparando para una era de tensión sostenida con Rusia, lo que implica un fortalecimiento de su autonomía en defensa y una adaptación a una nueva realidad geopolítica.