La coincidencia del aniversario con un partido contra Ucrania, un país que sufre la devastación de la guerra, añadió una capa adicional de significado al encuentro. El partido se convirtió en un acto de memoria colectiva y solidaridad internacional, donde el deporte funcionó como un vehículo para honrar a las víctimas del terrorismo y, al mismo tiempo, mostrar apoyo a una nación en conflicto. La jornada trascendió lo deportivo para convertirse en un recordatorio de la resiliencia frente a la violencia y la importancia de la unidad en tiempos de crisis.