Estas operaciones, que han impactado refinerías y depósitos de combustible, buscan mermar la capacidad militar y las exportaciones de crudo de Moscú. Como parte de su estrategia de respuesta, las fuerzas ucranianas han logrado penetrar las defensas rusas para golpear activos económicos y logísticos clave. Uno de los incidentes más notables fue una incursión con drones sobre el puerto ruso de Novorossiysk, que resultó en daños a terminales de petróleo. Este ataque tuvo repercusiones económicas inmediatas, provocando un alza en los precios globales del crudo al afectar una infraestructura que gestiona cerca del 2% de la oferta mundial.
Además de los puertos, Kiev ha dirigido sus drones contra refinerías y depósitos de combustible en territorio ruso. Estas acciones se enmarcan en lo que un artículo describe como una “guerra mutua”, en la que Ucrania no solo se defiende, sino que también busca infligir costos directos a la maquinaria de guerra y a la economía de Rusia. Esta capacidad para proyectar su fuerza introduce una nueva dimensión en el conflicto, demostrando que Ucrania puede llevar a cabo operaciones complejas y de alto impacto más allá de sus fronteras, en represalia directa por los ataques rusos a su propia infraestructura.












