Los informes del frente describen una situación de estancamiento dinámico, donde las ganancias territoriales son mínimas y se logran a un costo humano y material extremadamente alto. Un artículo describe explícitamente que el conflicto "amenaza con convertirse en una guerra eterna", destacando que las fuerzas rusas avanzan con lentitud pero de manera constante, consolidando sus posiciones en la zona industrial del Donbás, considerada una pieza clave en el proyecto geopolítico del Kremlin. La batalla por Pokrovsk es un claro ejemplo de esta dinámica: una ofensiva "implacable" que se ha extendido por más de un año sobre una única ciudad. Esta estrategia de desgaste no solo agota los recursos militares de ambos bandos, sino que también incrementa el sufrimiento de la población civil, que enfrenta los rigores de un "conflicto prolongado". La naturaleza de la guerra ha pasado de ser una de movimientos rápidos a una de trincheras y artillería, donde el objetivo parece ser más la aniquilación de la capacidad del enemigo que la conquista rápida de territorio. Esta realidad obliga a Ucrania y a sus aliados a planificar una defensa y un apoyo a largo plazo, aceptando que la resolución del conflicto no será inminente.