Su elección es vista como una ruptura con el consenso en Bruselas, que aboga por una mayor militarización del continente. Al señalar a la OTAN, Connolly se desmarca de muchos líderes europeos y refleja una perspectiva crítica que resuena con la memoria histórica de Irlanda como una nación que sufrió el imperialismo. Su postura sugiere un enfoque diplomático alternativo a la crisis, priorizando la desescalada sobre el enfrentamiento.