Este rearme se traduce en un aumento sin precedentes del gasto militar, que creció un 9,4 % a nivel mundial el año pasado, con Europa liderando la tendencia.

Entre 2021 y 2024, la Unión Europea incrementó sus gastos de defensa en un 30 %, alcanzando los 326.000 millones de euros. El plan “ReArm Europe”, con un presupuesto de 860.000 millones de dólares, permite a los Estados miembros superar el límite de déficit del 3 % para invertir en armamento e incluso trasladar fondos de desarrollo civil a proyectos militares. Esta dinámica beneficia enormemente a la industria de defensa.

Empresas como la alemana Rheinmetall, fabricante de los tanques Leopard, han visto sus acciones dispararse un 90 %. Rheinmetall también ha anunciado la construcción de una nueva fábrica de municiones en Bulgaria.

Sin embargo, esta “histeria belicista”, como la describen algunos críticos, genera debate. La nueva presidenta de Irlanda, Catherine Connolly, ha denunciado abiertamente el papel de la OTAN en la escalada del conflicto y ha señalado que esta carrera armamentista solo beneficia a la industria militar mientras se imponen políticas de austeridad a la población.