El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, celebró la decisión, calificándola como un “mensaje contundente y necesario”.

En paralelo, la Unión Europea aprobó su decimonoveno paquete de sanciones, que incluye una prohibición a las importaciones de gas natural licuado (GNL) ruso a partir de 2027 y medidas para frenar las operaciones de la llamada “flota fantasma”.

Esta red de petroleros, utilizada por Moscú para evadir sanciones, representa, según el presidente francés Emmanuel Macron, entre el 30% y el 40% del financiamiento del esfuerzo bélico ruso.

La reacción de Moscú no se hizo esperar; la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, María Zajárova, calificó las sanciones como “contraproducentes” y aseguró que su país ha desarrollado “una fuerte inmunidad”.

Como respuesta interna, el Kremlin aprobó un aumento del IVA para hacer frente al mayor gasto militar desde la Guerra Fría.

El impacto en los mercados fue inmediato, con un alza de más del 5% en los precios del petróleo.