Esta propuesta, que también ha recibido el apoyo del presidente estadounidense Donald Trump, busca crear las condiciones para un alto el fuego inmediato.

La declaración conjunta, respaldada por países como Francia, Alemania, Italia y Hungría, subraya la necesidad de “preservar vidas civiles y crear condiciones para una solución diplomática duradera”. La iniciativa es vista por algunos como un paso pragmático para detener el derramamiento de sangre después de más de tres años de guerra.

Sin embargo, ha generado controversia y reacciones encontradas.

Mientras algunos gobiernos la consideran una vía realista hacia la paz, otros temen que legitime las ganancias territoriales de Rusia y socave la soberanía de Ucrania. El gobierno de Volodímir Zelenski ha expresado cautela, insistiendo en que no aceptará un alto el fuego que implique la pérdida de territorio o el reconocimiento de la ocupación. Por su parte, Rusia ha puesto sus propias condiciones, como la retirada total de las fuerzas ucranianas de la región de Donetsk, lo que complica aún más el panorama. La propuesta refleja un cambio en el enfoque de algunos aliados, que ahora priorizan el cese de las hostilidades, aunque esto implique negociar desde una posición que no se alinea con la restauración completa de la integridad territorial de Ucrania.