Este encuentro es el tercero entre ambos líderes y se produce en un momento diplomático crucial, justo cuando se anuncia una futura cumbre entre Trump y Vladímir Putin.

La posible entrega de misiles Tomahawk a Ucrania representaría un giro estratégico significativo por parte de Washington, aumentando considerablemente la capacidad ofensiva de Kiev y elevando la presión sobre Moscú. La solicitud de Zelenski busca convencer a Trump de la necesidad de este armamento para cambiar el equilibrio en el campo de batalla después de más de tres años de guerra.

La reacción del Kremlin no se hizo esperar.

Durante su llamada con Trump, Putin advirtió que los Tomahawk “no cambiarán la situación en el campo de batalla, pero dañarán considerablemente” las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, complicando cualquier proceso de paz. Esta advertencia pone de manifiesto la delicada posición de Trump, quien debe equilibrar el apoyo a Ucrania con los riesgos de una escalada directa con Rusia. Para los ucranianos, la reunión despierta expectativas sobre un posible fin de la guerra, aunque la cesión de este tipo de misiles no está garantizada.